En el acero inoxidable prácticamente no debe haber otra primera y distintiva ventaja que la de ser resistente a la corrosión aún en las condiciones más demandantes y en múltiples ambientes. Los aceros inoxidables tienen una elevada resistencia a la corrosión en presencia de sustancias que están presentes en nuestros alimentos. Eso hace que el desprendimiento de partículas o elementos del metal sea casi insignificante, y con ello garantiza la inexistencia de toxicidad en contacto con la comida, además de la conservación de las propiedades de como su sabor, el olor, el color, la textura y la apariencia general de todo aquello que consumimos a diario. Ventajas del acero inoxidable a la hora de decidir qué materiales utilizar – Superficie totalmente compacta: El acero inoxidable nos permite crear superficies tersas, algo que evita la contaminación ya que los alimentos no se pueden adherir. Por el contrario, si las superficies son rugosas, se podría observar la presencia de bio-películas que pueden representar un peligro para el aseo de los utensilios de acero. – Es un material higiénico: Otra de las características del inoxidable es que tiene una capacidad óptima de lavado y, en consecuencia, sea elevado el grado de eliminación de bacterias. Permite que se empleen diversos medios de lavado y descontaminación. – También es un material inerte: Pues no modifica las propiedades físicas, químicas o biológicas de los alimentos al entrar en contacto con estos en cualquiera de sus diferentes estados. Y, de esta forma, el inoxidable no altera el olor, color o sabor de los alimentos. – Posee una elevada resistencia en variaciones térmicas: Los aceros inoxidables austeníticos toleran un amplio rango de temperaturas que en la industria alimenticia sabemos que van desde cocción hasta el congelamiento, incluyendo la resistencia a choques térmicos, como lo son los rápidos cambios de temperatura. – Y una elevada resistencia mecánica: Las propiedades físicas y mecánicas del inoxidable (la dureza, la superficie compacta, la tenacidad y su maleabilidad, entre otras) lo hacen un material que facilita la construcción de plantas que puedan procesar alimentos de manera efectiva y económica, así como diseñar equipo que pueda ser fácilmente lavado y darle mantenimiento sin la necesidad de desarmarlo como el sistema CIP (que significa “cleanning in place”, o sistemas de limpieza en su sitio). – Tiene mayor dureza y durabilidad: Las estructuras que se construyen en acero suelen ser más ligeras con la misma o mayor resistencia mecánica a los impactos. Y estas estructuras, gracias a la resistencia a la corrosión del acero inoxidable, tienen una vida útil aún mayor que la de los materiales con los cuales se podrían reemplazar. – Su facilidad de transformación: El acero inoxidable es un material que facilita la labor del fabricante de los equipos en la industria alimentaria, por más de una ventaja: Tiene buena soldabilidad. Posee buenas propiedades de estampado. Mantiene su homogeneidad. Buena planitud. Es apto para pulido y abrillantado. – Es visualmente atractivo: En el acero inoxidable existen numerosas terminaciones: desde el mate al brillo, pasando por el satinado y el grabado. Además, la terminación puede tener dibujos o color, lo cual transforma al acero inoxidable en un material decorativo y único. A menudo se suele optar por este material en obras de edificios, interiores, exteriores y para mobiliario urbano.